sábado, octubre 13, 2007

CLAMORES CIUDADANOS

Aunque diariamente surgen hechos, declaraciones y actitudes de nuestros políticos, que confirman las tesis mantenidas en esta bitácora, es decir, que no hay democracia porque los ciudadanos no deciden quien y como les gobierna, nunca como ahora se dan hechos tan concretos y en tal cantidad; los que todavía piensan que esto es una democracia no tienen mas que seguir la actualidad política para ver lo erróneo de sus creencias y esta misma actualidad constituye una oportunidad única para los ciudadanos que creemos en la democracia de verdad, para desenmascarar la careta de esos falsos demócratas que lo deciden todo a espaldas de los ciudadanos y encarrilar a estos en la opinión libre de prejuicios ideológicos y de la gran farsa que constituye este régimen monárquico de poder.
El navajeo político que se ha llevado a cabo, ya sin disimulo alguno, en el PP con motivo de la elaboración de las listas electorales y la persistente y cada vez mas agobiante reivindicación de los voceros nacionalistas vascos y catalanes en pos de un referéndum de autodeterminación, es evidente para cualquiera que se asome a las primeras páginas de los periódicos, o vea los telediarios.
El débil liderazgo de Rajoy que, pese a las meteduras de pata y a la deriva política e institucional del presidente Zapatero, no despega en las encuestas, ha provocado la reivindicación de un Gallardón que con razón enseña el escudo y la fuerza del voto popular. El entorno oligárquico del PP, cierra filas entorno al primero, desacreditando al segundo, tachado de arribista, oportunista y traidor.
Esta polémica carecería de sentido en un estado democrático, pues cada uno se sometería al inapelable veredicto por la regla de la mayoría. No haría falta, pues, esa lucha interna a espaldas de la ciudadanía de la que saldrá un producto que será ofrecido a la sociedad civil como plato único sin posibilidad de elección, dentro del mismo espectro ideológico
En el la sede de los distintos partidos no se guardan ya ni las formas y han celebrado los trámites para nombrar “candidato a la presidencia del gobierno”. Es decir, ya no se intenta engañar a nadie. Son los órganos del partido y no el parlamento, como dice esta nefasta constitución, los que eligen el candidato a presidente del gobierno.


En este régimen de poder, la presidencia del gobierno, siendo la institución más importante, es débil pues no se elige directamente por los ciudadanos, como hemos visto. Pero además su elección está condicionada por las alanzas postelectorales del Parlamento y por tanto está atada a las servidumbres de las fuerzas que constituyen las mayorías.
En este caso, Zapatero se ha visto influido por las minorías nacionalistas regionales que han condicionado toda la legislatura y que una vez comprobada dicha debilidad, hurgan sin cesar en la llaga por todos los frentes al igual que el boxeador se ensaña con golpes una vez descubierto el punto débil del rival.
La muestras de “patriotismo” catalán y vasco, la no aceptación de los símbolos nacionales, en particular de la bandera que sigue viéndose como reminiscencia del feroz nacionalismo español aplicado por el régimen franquista, la continua reivindicación de selecciones nacionales deportivas, la celebración de manifestaciones ilegales, la continua quema de imágenes de miembros de la corona, constituyen la muestra orquestada por aquellos que no defienden lo que creen ni lo que conviene a la mayoría sino lo que les conviene a ellos, en caso de que se consiguiese la cacareada independencia.
Ante ese continuo bombardeo secesionista, las únicas alternativas son la ambigüedad de Zapatero y la reivindicación del nacionalismo español de Rajoy. Y algo falla en las instituciones de un país, para que el jefe de la oposición tenga que decir que la bandera de España representa a todos los españoles, que hay que estar orgulloso de ella y que esta debe ondear en todos los edificios públicos.
No hay otra forma de conseguir instituciones del Estado fuertes que su elección y revocación por los cuidadnos que lo conforman. De esa manera se acaban todas las dificultades y escollos que impiden su normal hacer y actuar.
Y ese es el clamor que esperamos de los ciudadanos; que nos unamos los auténticos demócratas para reclamar democracia y libertad. Pero democracia de verdad.
Que el jefe de gobierno lo elijan todos los ciudadanos de España por elección mayoritaria a doble vuelta.
Que el parlamento se elija en distritos pequeños por candidatos elegidos mayoritariamente a doble vuelta, con garantías de revocación en caso de incumplimiento de los compromisos adquiridos para su elección.
Que el poder judicial se elija entre los profesionales de la justicia, que se supriman los tribunales políticos como el Constitucional y que todos los juzgados puedan interpretar la correcta aplicación de la Carta Magna.
De esta forma se garantizan la independencia de los tres poderes y el control mutuo entre ellos que impedirán las componendas y pactos que ahora se dan al margen de los ciudadanos.
Frente al provocador clamor nacionalista no existe mayor contraindicación que el clamor nacionalista español que lo único que hace es realimentar a aquel. Siempre será mejor medicina el clamor ciudadano pidiendo democracia, que las leyes no sean impuestas por los oligarcas, sino que sean sus leyes elaboradas por sus gobernantes libremente elegidos. Esta es la única opción política capaz de poner a cada uno en su sitio. Esta es la verdadera libertad política, por la que clamamos los ciudadanos libres de la servidumbre que imponen y defienden los partidos políticos estatales.