lunes, noviembre 10, 2008

LOS SUEÑOS DE LA DEMOCRACIA

La elección de Barack Obama como cuadragésimo cuarto presidente de los EEUU, ha despertado una oleada mundial de admiración y esperanza. Sin embargo, aparte de las expectativas creadas por lo fresco y renovado de su discurso frente a la oscura y espesa gestión de su predecesor, la única novedad fáctica de esta elección es que se trata del primer presidente negro en la historia.
Heredero sociológico de Martín Luther King, que luchó por los derechos políticos y sociales de la raza negra en los años 60 del pasado siglo y de Jesse Jackson, primer negro que aspiró a la Casa Blanca, este auténtico fenómeno (en su país le llaman el fenómeno Obama) cuya ilusión popular de liderazgo no tiene parangón desde los tiempos de Kennedy, ha marcado un hito con su llegada al poder.
Resultó elegido ante John McCain, un rival que representaba la corriente díscola de los republicanos y tuvo que ganar la nominación de su partido en una lucha muy igualada con Hillary Clinton.
Si en EEUU hubiese un régimen político como aquí, ninguno de los dos candidatos hubiese prosperado en sus respectivos partidos, ya que estos tenían otras preferencias. Los republicanos se decantaban, en principio, por el liderazgo del popular Rudolph Giuliani, alcalde neoyorkino en los atentados del 11S o Mitt Romney, ambos más de acuerdo con sus lobbys y los demócratas por Hillary Clinton. Tanto Obama como McCain, vencieron a los aparatos de su propio partido, ganando paso a paso, voto a voto, la confianza de sus ciudadanos que, allí a diferencia de aquí, sí que eligen a sus mandatarios. Desde S.Francisco hasta Honolulu, nadie puede decir en los EEUU, que el elegido no es “su” presidente.
A diferencia del ciudadano español, que no puede, ni tiene la más remota posibilidad de promover iniciativas políticas que solo pueden surgir de las chirriantes y oxidadas maquinarias de los partidos, el ciudadano estadounidense puede soñar con cambios políticos trascendentales que conduzcan a reformas sociales sin precedentes.
En España, no solo no hay un presidente que sientan todos los españoles, sino que jamás surgirá un líder que despierte tanta ilusión como lo han hecho Obama o Kennedy en EEUU. Ni siquiera lo hizo Suárez, erigido redentor oficial de la dictadura y hoy convertido en símbolo de la “libertad” oligárquica.
Lo verdaderamente importante en un país donde si que existe la democracia, es que los sueños políticos promovidos y catalizados por el pueblo, son realizables.
Esto es lo que nos falta y lo que envidiamos, los sueños de la democracia.