sábado, junio 16, 2007

30 AÑOS DE PARTITOCRACIA Y CONTROL

Para celebrar el aniversario de la primera llamada a las urnas para elegir listas de partidos, era necesario una palabra: democracia, una fecha: 15 de junio, un acto: votar y una figura: Adolfo Suárez. Ha venido de perlas el doble drama el drama personal y familiar que padece, para intentar erigirlo en un mito.
Con el bombardeo publicitario y mediático de estos datos simbólicos, el éxito está asegurado.
Pero nadie quiere reconocer, ni dice, que la constitución se hizo de espaldas a los ciudadanos (se elaboró en secreto por los llamados padres de la constitución), que no hubo periodo constituyente de libertades públicas sino un proceso fuertemente controlado y calculado con la propagación de rumores de golpe de estado e inculcación del miedo a los extremismos y tampoco hubo alternativa a los principios del movimiento nacional franquista. No hubo Cortes Constituyentes, pues estas se dedicaron a refrendar lo que les presentaron los “padres” de la Constitución.
Tampoco hubo referéndum sobre la forma de estado que preferían los españoles (Monarquía o República), ni sobre la forma del sistema electoral (voto mayoritario o proporcional), ni sobre la forma de gobierno (presidencialismo, parlamentarismo o partitocracia).
Se impuso la trágala de la partitocracia, con un Constitución sin controles ciudadanos democráticos, sin garantía de derechos para las minorías, ni un poder judicial independiente (el Tribunal Constitucional está constituido desde el principio por cuotas proporcionales de los principales partidos políticos).
Tampoco se decidió el modelo territorial, con unas autonomías inventadas teniendo que recurrir a topónimos, como La Rioja, La Mancha, Cantabria, etc., cuya territorialidad no coincide con las Comunidades Autónomas que dicen nombrar; muchos componentes de estas han sido desgajados de otras donde siempre estuvieron, por intereses de los barones políticos de los distintos partidos de la época. Este modelo de estado caciquil, ineficiente e irreal, reproduce el antiguo centralismo capitalino del anterior régimen, no acercando ni un ápice los organismos administrativos al ciudadano, como defendemos los demócratas y causando confusión e inseguridad jurídica cuando se trata de realizar cualquier gestión administrativa, ante la profusión de entes, sean del estado, de la autonomía o municipales.
Así llegamos a los 30 años, con el mismo Jefe de Estado que nombró el denostado dictador, con España al borde de la segregación territorial, con una engañosa bonanza económica, donde la competitividad de los trabajadores no hace nada mas que bajar y por tanto nos vemos en la obligación de importar productos extranjeros mas baratos, aumentando irremisiblemente el déficit de la balanza de pagos del comercio exterior y huyendo los empresarios del país hacia otros, en donde producen mas barato (deslocalización industrial).
La ciudadanía, como gusta decir a los oligarcas, está acomodada en este mundo consumista, donde no falta de nada…, de momento; como si la fiesta no fuese con ella y con la conciencia tranquila porque, al decir de la propaganda, vivimos un “periodo inigualable” de prosperidad y “estabilidad política”.

Esta clase política, dueña absoluta de la libertad de los ciudadanos, tiene a su disposición todos los resortes de propaganda existentes, para apaciguar las conciencias de los ciudadanos con mensajes tranquilizadores de estabilidad económica y política, asegurando así su cómodo estatus en el poder del Estado y su tejemaneje a espaldas de la sociedad civil, que se cree políticamente libre solo porque puede votar cada 4 años y tiene, generalmente, todas las necesidades cubiertas.
Resulta curioso como con tanta efeméride, haya pasado de refilón un acontecimiento gravísimo para las libertades. Los guardaespaldas de Francisco Pizarro, presidente de ENDESA, han sorprendido vigilándolo, a agentes de las fuerzas de seguridad del estado, primero y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), después. Se da la circunstancia que ENDESA es la eléctrica con mas capitalización del país, la cual se están disputando los independentistas catalanes, los alemanes y los italianos.
Sabemos todos que las grandes compañías capitalistas del estado no son hermanitas de la caridad y forman un grupo de presión (poderes fácticos) que precisa también de controles ciudadanos; pero aquí, precisamente, esto es lo que importa.
Las andanzas del CNI (antiguo CESID), no son nuevas. Todos recordamos las denuncias del agente Perote o el caso tristemente celebre de las escuchas telefónicas de las que no se libró ni el Jefe del Estado (dios, number one, en referencia al entonces Presidente del Gobierno) y que costaron el puesto al, a la sazón, Vicepresidente del Gobierno Narciso Serra.
Tampoco faltan ejemplos análogos a las actuaciones incontroladas del Estado. Los fondos reservados, usados para ajusticiar terroristas no juzgados, ciudadanos sospechosos, o simple y llanamente para enriquecerse, también forman parte del elenco de esta vanagloriada “democracia”.
Otro ejemplo es la razón de estado para adoptar decisiones al margen de la legalidad establecida.
En una democracia auténtica el Estado pertenece y está al servicio de la sociedad civil, es gestionado por la sociedad política elegida y controlada por aquella y esta gestión y sus consecuentes actuaciones tienen que ser claras y trasparentes.
Es justificable perseguir y espiar a terroristas y delincuentes pero es injustificable hacerlo con empresarios y ciudadanos.
Este ejemplo debería servir para hacer caer en la cuenta que en este país estamos lejos de la democracia que se pregona y que entre todos debemos movilizarnos y unirnos para exigir unas reglas de juego donde seamos nosotros los que controlemos la vida política. También hace falta una sociedad civil, formada, imaginativa, valiente con ideas nuevas para regenerar nuestras empresas e industrias y hacerlas competitivas. Y eso será difícil que se consiga con los proyectos de la actual clase política, solo preocupada por llevarse la mejor parte del pastel del poder del Estado y vender la “burra” de una estabilidad, que es pan para hoy pero hambre para mañana.
Está en juego la libertad de todos. Y sólo esta es la que nos llevará a la democracia.Es responsabilidad de todos intentar conseguirla.