lunes, noviembre 27, 2006

LAS LLAVES DE LA LIBERTAD

Siempre me ha intrigado, desde que tengo uso de razón política, cual era la causa por la que totalitarismos como el franquismo, el comunismo soviético, castrismo, etc. Se perpetuaban el poder, ante la pasividad de la sociedad civil.

Todos quizás nos hemos hecho preguntas como:

¿Por qué el pueblo español asumió sin rechistar la proclamación del rey a la muerte de Franco, cuando las presunciones sobre el personaje si no de rechifla general, distaban mucho del cariño popular?

¿Por que se mantiene Fidel Castro en el poder con la condescendencia del pueblo cubano, cuando existe una gran presión internacional a favor de cambios democráticos y una oposición económicamente fuerte en la vecina Florida?

¿Como es posible que tiranos como Adolf Hitler o Sadam Hussein gobernase tan despóticamente un pueblo con la indiferencia e incluso sumisión o acatamiento de sus ciudadanos?

Cuando oigo ahora abominar del franquismo, como si fuera la época de las cavernas, no dejo de sorprenderme. Yo era un adolescente cuando el franquismo consumía sus últimos estertores. Tenía mis inquietudes, pero desde luego la sociedad de entonces no era muy diferente a la de ahora, haciendo abstracción de los adelantos técnicos. Las familias, en general, vivían con decencia y cursaban estudios superiores todo el que se lo proponía. Incluso recuerdo multitudinarias manifestaciones de lealtad al dictador, no solo en la plaza de Oriente de Madrid, sino también el otros municipios importantes.
Durante esa época, no percibí en ningún momento inquietudes revolucionarias ni deseos de lanzarse a la calle. Me refiero naturalmente a la sociedad civil. Si hubo movilizaciones entre la incipiente clase política de la época.

Doscientos años antes, un francés muy joven e inteligente, Etienne de la Boetie, se hacía la misma pregunta; ¿como era posible que la sociedad aceptara a un tirano sin sentir la necesidad de deponerlo?

Que en una sociedad haya siempre mas ciudadanos dispuestos a obedecer que ha mandar y que aquellos acepten indefectiblemente a estos, es un enigma que llevó a La Boetie a escribir su célebre tratado “Discurso sobre la Servidumbre Voluntaria”.




La obediencia a la autoridad es un tema sugerente para la Psicología, no sólo por la influencia que tiene en la vida individual de las personas, sino también por su calado en la organización de la estructura social, legitimada, y que está en la base de las relaciones sociales estables.
Sabido es que la obediencia a la autoridad está basada en el principio de Jerarquía que ha sido exaltado, prioritaria y constantemente, en nuestra cultura porque es uno de sus pilares.
Mucho se ha escrito y debatido sobre el por qué la persona obedece aunque ese acto la sitúe en contra de sus principios éticos o de sus intereses.
Este enigma quedó al descubierto cuando en 1963 Stanley Milgram, un sicólogo social norteamericano, realizó un experimento con el que demostró que la obediencia a la autoridad es algo consustancial a la naturaleza biológica de los seres humanos.

1.Cuando un sujeto obedece, hace dejación de su responsabilidad

2.Los individuos obedecen con mayor facilidad cuanto mas lejos están aquellos sobre los que recae la orden

3.Por el contrario, obedecen mas fácilmente cuanto mas cerca está la autoridad

4.A mayor nivel de formación, menor intimidación produce la autoridad

5.El sujeto tiende a encontrar autojustificaciones a sus actos de obediencia, inexplicables para su conciencia.

6.Solo el 30% de los individuos dejaron de obedecer en situaciones límite.

Los poderosos conocen estos conceptos y los aplican subrepticiamente, sobre todo en la educación, las normas políticas, los medios de comunicación y las encuestas de opinión, que son las principales fuentes de renovación de la servidumbre voluntaria.

Nos conviene conocer las estrategias por las que se nos mantiene en ese estado y poner la base para intentar superarla. Recordemos que la formación es un buen antídoto.

A esta servidumbre, propia de nuestro fisiologismo, hay que añadir la fuerte influencia de nuestra formación cultural y social, basada en la organización jerárquica y la obediencia a la autoridad.
Que nadie piense, pues, que conociendo las causas será fácil desprenderse de la servidumbre voluntaria y concienciarse en el derecho a la desobediencia civil de leyes por objeción de conciencia, que debería ser un derecho regulado en todas las constituciones, como lo está el derecho a la huelga de los trabajadores; de esa forma se garantizaría a la libertad política de los ciudadanos.

Para librarse de la servidumbre voluntaria a los poderosos, aparte de conocer y saber, que ya es importante, hay que hacer ejercicios diarios de superación y sobre todo hay que adquirir el hábito de libre pensamiento e independencia de opinión, para interpretar los acontecimientos sociales y políticos de nuestra experiencia vital.
Solo cuando se adquiere esa espíritu crítico individual, es cuando se debe considerar uno libre de dicha servidumbre.
Entonces será fácil adoptar decisiones, como no acudir a las urnas a votar o mantener una decisión firme con opiniones fundadas, en defensa de la democracia o llevar a cabo la acción ciudadana.

Desde esta bitácora yo os invito, ciudadanos, a liberaros de esta mentalidad de siervos que nos nubla la conciencia y no nos deja ver la realidad।
Nos encontramos como en la caverna Platón, que decía que para conocer la auténtica verdad de las ideas, teníamos que salir de aquella y ver la claridad del exterior.
Sin duda, obtendremos la llave para salir de la caverna, poder ver todos la luz y con esta, alcanzar la verdadera libertad política.

lunes, noviembre 13, 2006

LA VERDADERA FAZ DE LA PARTITOCRACIA


Como hemos visto en las elecciones de Cataluña, donde la mitad de la población ha dado la espalda a los políticos, se ha consumado la prueba del algodón para esta llamada “democracia”.
Hemos visto como no es problema perder o ganar escaños, con el voto proporcional a listas cerradas de partidos políticos, en grandes distritos.
Pues bien, en Cataluña, un partido con voto mayoritario, que aumenta su numero de escaños, se ve relegado a la oposición a un gobierno, elegido por los partidos que han perdido escaños.
Pero no es esto todo lo malo del asunto. El mercadeo de puestos de responsabilidad que sin tapujos, se abrió el día siguiente a conocer los resultados electorales.
El partido mayoritario burgués, ofrecía a un partido que se llama republicano (ERC), pero que se desenvuelve la mar de bien en la monarquía y que se supone de la izquierda obrera y que para mas INRI ocupa la tercera plaza electoral (muy por detrás de la segunda fuerza política), nada mas y nada menos que la Consejería mas importante del nuevo gobierno y la mitad del resto.
Es decir, que si hacemos obviamos la figura del Presidente, la tercera fuerza política controlaría más Consejerías que la primera.
Esto sonroja al más sinvergüenza. No contentos con esto, el partido tentado, se permite el lujo de rechazar la oferta y pasar a formar parte de un pacto contra natura desde el punto de vista de la voluntad ciudadana.
Dejemos por un momento Cataluña y vamos a analizar un poco lo que pasa en el proceso electoral del parlamento de la nación y que es lo que quiero decir cuando afirmo que este sistema, no es representativo.
Vamos a hacer abstracción de todo lo que rodea al acto de elegir en este régimen y de consideraciones sobre el tipo de elecciones y voto y a deshacernos de prejuicios de ese tipo. Vamos a considerar el acto puro de elegir un candidato con su voto. De esta manera tendríamos que tener una proporción matemática entre ambos.
Un escaño no es cuestión baladí, desde el punto de vista de la voluntad popular. Hace falta la coincidencia, en su intención colectiva, de muchos votantes, para quitarlo u otorgarlo. Obviando la mayor o menor iniquidad (mas bien la mayor) en su reparto por distritos con la Regla de Hondt, para ganar o perder representantes, hace falta muchos votos a favor o en contra, respectivamente.
Analicemos lo que ocurrió por ejemplo en las elecciones generales del año 2000; podría haber cogido cualquier otro resultado; en alguna parte de este blog están también los resultados de las de 1993 y se podrían analizar también las de 2004 con parecidas conclusiones.





Si observamos los porcentajes con el reparto de escaños, veremos lo sorprendente que resulta que:

- Con porcentaje de votos similares, CIU dobla en diputados a IU.
- Con 4 veces menos votos, el PNV obtiene casi los mismos diputados que IU
-Con casi el mismo porcentaje de votos, el PNV dobla en escaños a los canarios de CC.
¿Qué nacionalistas son los que condicionan la política en el Parlamento nacional?

Esta es la verdadera faz de la partitocracia.

A los oligarcas, les trae al fresco que la mitad de la población no vaya a votar.
Les da igual que la voluntad popular, por ejemplo en las últimas elecciones catalanas, se haya decantado mayoritariamente por una opción que va a tener la misma función con 48 diputados (CIU) que otra que ha conseguido 3 (Ciudadanos de Cataluña).

Mientras tanto, nos vamos enterando que en un país llamado EEUU, donde hace poco se reeligió a un presidente ufano, ahora paga con la pérdida del poder legislativo, en unas elecciones que garantizan el control institucional de poderes. Tendrá que gobernar con la oposición imponiendo las leyes y presupuestos.
Como apunta un miembro de nuestra ALCD, no hay ninguna reacción política de admiración o envidia sana. Ningún síntoma de emulación de un sistema que borraría de un plumazo el bochornoso espectáculo que se está viviendo en Cataluña y que no es el primero ni será el último.

Lo de Cataluña es lo más reciente, pero recordemos lo de Baleares, Aragón y la multitud de casos análogos en ayuntamientos de nuestra geografía.
Urge una reforma de la constitución.

Pero no la superflua que se pretende sobre la corona, si no la que asegure las elecciones por voto mayoritario a doble vuelta, la separación de poderes, con elecciones presidenciales y legislativas por separado. Para que el pueblo pueda elegir y deponer libremente a sus gobernantes como ocurre en el denostado EEUU.

Para los ingenuos que reclaman que en casos como en Cataluña haría falta una segunda vuelta, decirles con estas reglas, una segunda vuelta es inútil.
Primero, porque aquí no hay separación de poderes. Y segundo, porque las segundas vueltas solo tienen sentido para elecciones con voto mayoritario y aquí el voto es proporcional; en aquellas se vota dos veces una con el “corazón” y otra con la “razón”.

Por otra parte algunos oligarcas (recientemente Paco Vázquez), reclaman la modificación de la ley electoral, con la boca chica, pero jamás permitirían los cambios que conduzcan a la democracia, sino los cambios que permitan reafirmar mejor su perpetuación en el poder.

El pedir LA DEMOCRACIA, así con mayúsculas es una obligación moral de todo ciudadano que no pueda soportar situaciones de ese tipo sin inmutarse.
Somos nosotros los que lo tenemos que hacer. Somos nosotros los que lo tenemos que solicitar. Somos nosotros los que nos tememos que movilizar para ello.
En circunstancias como estas, algo nuestro se mueve; esto se mueve.

jueves, noviembre 09, 2006

LA IMPORTANCIA DE UN PODER JUDICIAL INDEPENDIENTE


Siempre me ha molestado el concepto que tienen muchos profesionales del derecho de su materia como una especie de ciencia esotérica de la que no se puede hablar y opinar si no se es perteneciente al gremio.
Bien es cierto que soy de los que piensa que en una democracia, el poder judicial es el mas técnico de todos, pues a la difícil interpretación de las leyes para hacer justicia, se une la enmarañada cuestión burocrática del procedimiento, que hace que no pueda ser cualquiera el que asuma dicha función. Por eso soy bastante escéptico con los tribunales populares y a la elección de sus componentes por los ciudadanos. La independencia e imparcialidad, escudo contra presiones económicas, mediáticas o amenazadoras, debe estar garantizada en unos profesionales bien formados y remunerados.
Pero de ahí a que cualquier ciudadano no pueda interpretar, percibir su sentido y significado e incluso participar en el debate de elaboración, modificación e interpretación de nuestras leyes, es un ejercicio de puro y duro corporativismo.
Porque además resulta que en un estado democrático es la soberanía popular con su libertad política, la que delega la elaboración de dichas leyes en sus representantes (poder legislativo), que no tienen porque ser abogados ni profesionales del derecho.
Igualmente me ha llamado la atención que algunos, de los que como en la ALCD, defendemos que en este régimen no hay democracia, niegan que haya rangos o escalas de mayor o menor democracia. Aseveran dogmáticamente que una democracia o existe o no existe. No hay término medio. Y eso, básicamente, siendo verdad, hay que matizarlo, pues siempre que se da una situación se puede dar otra mucho peor (ley de Murphy).
Esto es lo que ocurre con esta partitocracia que, no siendo democrática, ha evolucionado desde su creación a peor, pues la oligarquía se ha encargado de eliminar los pocos resortes de independencia que nacieron con ella, muy especialmente en el poder judicial.
No contentos con la falta de controles democráticos de la actual Constitución, los oligarcas se han dedicado a toquetear el único poder que podía incordiar a la clase política, como se ha demostrado con la última reforma zapateril, como veremos.

Me llama la atención dos hechos que pasan desapercibidos en las abundantes crónicas y memorias que se han realizado sobre la historia reciente de este régimen, pero que tienen una enorme importancia para comprender el estado actual de la situación política, y que dieron un vuelco al único contrapeso independiente que se instituyó en la actual Constitución.
Los dos fueron adoptados por el famoso “rodillo socialista” de Felipe Gonzalez adquirido en la mayoría absoluta lograda en las elecciones generales de 1982:

Ø La reforma del Consejo General del Poder judicial

Ø La supresión del recurso previo de inconstitucionalidad

Como se recordará, la Constitución española de 1978 en su Título VI, art. 122 establece la forma de elección de los miembros del CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL, que es el órgano de gobierno del poder judicial y que, entre otras funciones, se encarga de elegir a los presidentes de sala del Tribunal supremo y Tribunales de justicia de las Comunidades Autónomas y a exigir responsabilidad disciplinaria a jueces y magistrados, por citar las mas importantes.
Según este texto, el Consejo General del Poder Judicial está integrado por veinte miembros nombrados por el rey por un periodo de cinco años. De estos:

Ø doce entre jueces y magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca la ley orgánica

Ø cuatro a propuesta del congreso de los diputados y cuatro a propuesta del senado, elegidos en ambos casos por mayoría de tres quintos de sus miembros, entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida competencia y con mas de quince años de ejercicio en su profesión.

Evidentemente el espíritu de la ley constitucional deja el designio político a la minoría de miembros (8 de 12). Se podría haber puesto que de esa manera se eligen los 20, pero deja los otros 12 para que se elijan como la ley determine; no hace falta ser un experto en la materia para comprender que de manera diferente a como se elijen los otros 8.

Fieles a ese espíritu, el parlamento de la época de Suárez elaboró la Ley Orgánica 1/1980, de 10 de enero, del Consejo General del Poder Judicial, que establecía que los doce vocales que la constitución dejaba al margen de su elección parlamentaria, serían elegidos por todos los jueces y magistrados que se encuentren en servicio activo, mediante voto personal, igual, directo y secreto, admitiéndose el voto por correo.

El parlamento felipista, dio un golpe de mano a la independencia judicial, con la redacción de Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, que modifica la forma de elección de los esos 12 vocales, de manera que el Poder Judicial propone a 36 candidatos, de los cuales 6 son elegidos por mayoría de 3/5 partes del Congreso de los Diputados y los otros 6 por mayoría de 3/5 partes del Senado.
De esta forma se consumaba la superchería que quebraba la independencia del poder judicial y establecía el tristemente célebre reparto por cuotas de partido de la totalidad de sus miembros.

Si alguien tiene dudas de la importancia del control político de este Consejo, saldrá de las mismas al comprobar que el gobierno Zapatero ha vuelto a modificar la ley para que la elección de los presidentes de las Salas del Tribunal supremo y Tribunales de justicia de las Comunidades Autónomas, que como hemos visto es una de sus funciones principales, se realice por mayoría de 3/5 y no por mayoría simple como hasta ahora y eso porque al no haber cumplido el plazo de renovación de vocales estos son de mayoría propuesta por el PP, residuo de la anterior legislatura. ¡Todo un ejemplo al respeto de las reglas de juego democráticas!


El otro gran golpe a la garantía del control judicial sobre los posibles desmanes del poder político, lo constituyó la supresión del recurso previo de inconstitucionalidad.

La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, permitía, en su redacción original de 1979, plantear recursos de inconstitucionalidad antes de que una norma fuese aprobada. Así, si el Tribunal declaraba inconstitucional una norma, esta quedaba invalidada antes de concluir su tramitación. De esa manera se evitaban perjuicios de muy difícil reparación como se han producido, por ejemplo, con la famosa ley de la “patada en la puerta” de Corcuera, o como la que se puede producir en la actualidad con la ley de matrimonios homosexuales o con el Estatuto catalán.
Bien lo sabe Rajoy, quien recientemente se decantaba por relegislar dicho recurso.

En 1985, el primer Gobierno de Felipe González, modificó la Ley del TC para eliminar el recurso previo, argumentado que este podía ser utilizado para "entorpecer la labor del gobierno y la producción legislativa".

Que estas modificaciones las hiciese el partidos socialista en el poder, no exime de corresponsabilidad al PP, que en su campaña para las elecciones de 1996 Aznar prometió volver de nuevo a la elección del Consejo como en tiempos de UCD y reestablecer el recurso previo de inconstitucionalidad en lo que se llegó a llamar proceso de “regeneración democrática”, alentada y difundida por los entonces candidatos a dichas elecciones. Lamentablemente todas las ilusiones quedaron sepultadas con el “pacto de silencio” establecido por el ganador y que “pasaba página” a la etapa antecedente de corrupción saldada con la perdida del poder político.
Quedaba sellada la irreversible involución de este régimen.

Fulminado el poder judicial adsorbido por la voraz oligocracia, el único contrapeso que queda en el actual estado de partidos es la prensa, que ni tan siquiera es independiente, sino que reproduce la cuota de influencia política de los partidos.
No es de extrañar, por tanto, que el presidente de la sala de lo penal del La Audiencia Nacional, diga que la prensa “libre” será una ayuda y no un estorbo a la justicia, ya que sin aquella no se hubiese descubierto el GAL.

Yo le respondería a esta persona sensata y a la vista honrada, que siendo eso cierto, ninguna “ayuda” es comparable al control ciudadano de los mandatarios y a la auténtica independencia del poder judicial del poder político, dentro de una Constitución democrática, con separación de poderes y libertad política de los ciudadanos.