viernes, marzo 12, 2010

11 M, más tierra de por medio

Al cumplirse 6 años de aquel nefasto atentado, el recuerdo de las víctimas y allegados, queda una vez mas suplido por el persistente acaparamiento político en los actos conmemorativos.
Seis años de incertidumbres donde todavía, se diga lo que se diga, no se han aclarado muchos hechos. ni detenido y juzgado a los verdaderos culpables.
Es inverosímil que los responsables de ese monstruoso atentado, perfectamente dirigido, coordinado y ejecutado, fuesen cuatro camellos de Lavapiés y un pringado asturiano de dudosa reputación.
Está claro que la instrucción dejó sin investigar muchos asuntos esenciales, como el tipo de explosivo que se usó, el origen de la famosa mochila que dio con la pista de los acusados, la evidencia de que se manipularon o borraron ciertas pruebas, activa o pasivamente, llegando a usar incluso productos químicos. ¿Hubo manipulación o negligencia?
Los partidarios de la línea oficial o de pasar página se agarran como un clavo ardiendo a que son hechos ya esclarecidos por haber sido investigados, juzgados y condenados por la Audiencia Nacional (falacia de la autoridad).
Pero el sumario judicial, pasó de puntillas sobre aquellos temas, sin profundizar sobre ellos e introdujo en la sentencia juicios de valor abstractos, como la exculpación de ETA y Al Quaeda y lo no necesidad de la existencia de autoría intelectual.
Es evidente que las mochilas explosivas estaban construidas con una sincronización y coordinación perfecta y se pusieron en el momento y sitio adecuados.
En las novelas policíacas, cuando el investigador no conoce al asesino, siempre indaga en lo que se llama el móvil del crimen, considerado como principal pista.
Parece claro que el atentado se produjo en una fecha elegida y con la intención de crear la suficiente confusión para hacer variar el resultado electoral que, a la sazón, todas las encuestas daban como holgado vencedor al PP, entonces en el poder.
Se produjo también días después de que la Guardia Civil interceptara, en una carretera de Cuenca, a miembros de ETA, con una furgoneta cargada de explosivos.
Resulta evidente que tuvo que existir una organización estratégica y una disposición táctica, planeada por un perfil de inteligencia que no coincide precisamente con los condenados. Con los avances científicos en relación a las técnicas de obtención de ADN celular, son cada vez mas los casos de errores judiciales, en los que gente acusada y condenada, se demuestra inocente. Con esto quiero decir que los jueces no son infalibles. En todas las épocas existen ejemplos de sentencias judiciales erróneas.
¿Está bien instruida, investigada y juzgada esta causa?; ¿Son seis años suficientes para llegar a saber la verdad sobre hechos de este tipo?; ¿Hubo precipitación en “conocer la verdad” y saltarse determinadas investigaciones esenciales en la misma?
Siempre que se escribe un artículo de este tipo su autor es tachado como partidario de la “teoría de la conspiración”, sin intentar rebatir ninguna de las interrogantes que se plantean. Esto en un claro ejemplo de falacia ad hominem.
Recuerdo que cuando surgió la Gripe A, los técnicos oficialistas respondían a los recelos que esta despertaba en este mundo de libertad que todavía nos queda, que es Internet, alegando que siempre que surgía algún problema social o sanitario, surgía dicha teoría de la conspiración. Como si la conspiración no fuese posible. Ya sabemos como ha terminado todo.
El 11M fue en todo momento dirigido por intereses partidistas. Los del PP en el gobierno, intentando demostrar que ETA intervino (lo que legitimaba su política de duro hostigamiento a los terroristas vascos) y la oposición, que fue el fundamentalismo islámico como consecuencia de la participación del gobierno en la guerra de Irak en contra de la opinión mayoritaria.
Desde el mismo instante de la explosión, la partitocracia y medios afines engulleron el monstruo manipulándolo a su antojo. Se politizó el sufrimiento, la investigación, el tribunal, el juicio y la sentencia.
¿Podremos los ciudadanos conocer algún día la verdad?