lunes, noviembre 28, 2011

MOVILIZACIONES POR LA LIBERTAD

Este será, sin duda, el título de una pancarta que se verá mucho en las movilizaciones que se esperan a partir de ahora.
Porque cada vez es más evidente que tanto la gestión desastrosa del gobierno saliente, como las medidas espartanas que adoptará el entrante, son fruto de una clase política ajena y totalmente disociada de la sociedad civil.
Como si metida en una lata de conserva se encontrara, entreabierta, corrompida y hedionda, procura que nadie se acerque demasiado a ella y solo se comunica con los ciudadanos dejando caer sus intenciones a través de unos medios de comunicación acostumbrados a su aspecto y fetidez, para comprobar nuestras reacciones de aceptación o rechazo y en función de ellas tomar sus decisiones. Estos medios, agradecidos por la financiación que reciben de dicha clase política en forma de publicidad institucional, colaboran mediante encuestas y recogida de opiniones, que sirven de información para elaborar sus propuestas.
La putrefacción provocada por la corrupción radical, motor económico de este régimen, produce una homogenización de ideas, propuestas y objetivos, de modo que poco importa que el gobierno saliente se defina como de los obreros y el entrante sea el de los adinerados.
Su consustancial asimetría social, explica como el gobierno de los trabajadores indulta a banqueros igual que vimos como el anterior de los empresarios pactó la paz con los sindicatos de clase.
Con la alianza político-financiera como bandera, están condenados a tomar las mismas medidas, basadas en el populismo y la demagogia en función de las expectativas de voto de los diversos colectivos.
El único que intento sacar los pies del tiesto fue Zapatero, al que se le obligó a tomar las medidas que supusieron el mayor recorte de derechos sociales desde la Instauración.

Las comunidades autónomas, colosal fraude institucional, multiplican cargos, gastos y corruptelas hasta hacer imposible la menor probabilidad que España vuelva a crecer lo suficiente para crear empleo.

En este Reino Irreal, es posible que los prebostes oligarcas se retiren sin ninguna responsabilidad del desastre causado, con emolumentos vitalicios, chalets, áticos y fincas millonarias, mientras aumentan la edad de jubilación y disminuyen el sueldo y prestaciones de la sociedad que los sustenta con su voto.

Esta sociedad mediocre y narcotizada por interés de unos partidos, que de esa manera la mantiene sumisa, no se da cuenta que la única salida es echarlos del Estado que lo han tomado como vulgares “okupas”, detentando la soberanía y tomando el dinero necesario para su funcionamiento mediante apropiación de Cajas, hoy en quiebra técnica y reflotadas con el dinero de todos, para garantizarse un retiro suculento, muy diferente al de los ciudadanos que no pertenecen a su clase política.
En nuestras manos está coger directamente la lata y tirarla al contendor o seguir acercándonos cada cuatro años a su hediondo entorno para, como mucho, cambiarla de sitio.
Si procedemos como higiénicamente corresponde a una sociedad sana, podremos llegar a elegir directamente a nuestros representantes, cuyas propuestas saldrían directamente de nuestras necesidades, objetivos e inquietudes y que estarían obligados a defender, so pena de ser destituidos.
La libertad política crearía una sociedad política, reflejo especular de la sociedad civil con sus mismas normas, principios morales y propuestas políticas.
Se acerca un período convulso, con recortes, movilizaciones y represiones. Es nuestra oportunidad; no la desperdiciemos.

sábado, noviembre 12, 2011

LA QUIMERA DE UN PARTIDO REFORMISTA

Poder elegir nuestros representantes en el Parlamento y Jefe del Ejecutivo, por voto mayoritario, y deponerlos en caso de gestión nefasta. Ese es nuestro objetivo: la libertad política.
Para conseguir este propósito hay que cambiar, sobre todo, la ley electoral; esto se podría hacer, en teoría, mediante una reforma promovida por los partidos financiados por el Estado (conocida como reforma “desde dentro”) o por una revolución ciudadana proveniente de la sociedad civil (“desde fuera”).
Últimamente son muchas las iniciativas que propugnan dicho cambio electoral en forma de opinión de algún dirigente de partido y movimientos, asambleas, unión de plataformas, etc. En la mayoría de ellas es opinión predominante la ilusión de formar un partido nuevo que lograra la mayoría de los votos para, una vez en el poder, realizar las reformas necesarias.
Sin tener en cuenta la necesidad de contar con 210 escaños de los 350 parlamentarios para realizar cambios de ese tipo (cantidad de escaños nunca conseguido por ningún partido desde la instauración del régimen), un partido nuevo necesitaría, con las normas promulgadas recientemente, las firmas del 0,1% del censo de la provincia que se presenta (norma introducida para eliminar del mapa a los partidos minoritarios) y además no obtendría una financiación substanciosa, ni propaganda institucional, hasta que no lograse sacar al menos un escaño parlamentario. Con estas condiciones, siempre partiría con una desventaja descomunal e infranqueable respecto a los partidos ya asentados y tradicionalmente votados en el régimen.

Por si fuera poco, el bipartidismo PP y PSOE ha ido en aumento (véase gráfico) y, por tanto, el número de escaños que se reparten entre los dos, dibujando una perfecta recta de regresión a lo largo de las sucesivas elecciones, que muestra de manera visual la quimera de dicha reforma.

Da igual que el partido nuevo propusiese un cambio de constitución, un periodo de libertad constituyente, dejar vacíos los escaños que obtuviese (voto en blanco) o sabotease las votaciones mediante voto nulo. Sin entrar en el mensaje material en cada una de las opciones antedichas, los obstáculos formales que encontraría serían exactamente los mismos.
Hay que desgajar a los partidos del Estado, quitándoles las subvenciones, para poder elegir y deponer a nuestros representantes de distrito que, dentro del parlamento, serían los representantes de la nación, continente de la sociedad civil. De esta forma, la sociedad política y por tanto sus propuestas, saldrían directamente de la sociedad civil no como ocurre ahora que solo existe una clase política parasitaria del Estado y desligada totalmente de la sociedad.
Para evitar que el Estado sea omnipotente como lo es ahora, tenemos que elegir y poder deponer, en su caso, al presidente del Ejecutivo que lo pilote y debemos poner unas normas para que nuestros representantes puedan controlarlo, separando de manera eficiente a la sociedad política del Estado.
Una vez descrita la imposibilidad empírica del triunfo de un partido reformista, las únicas formas objetivas de conseguir las reformas que conduzcan a la libertad política son:

 La reforma acordada entre los dos grandes partidos; no resulta muy razonable pensar que estén dispuestos a perder su monopolio de libertad.

 La transformación objetiva promovida por una organización ciudadana mayoritaria y hegemónica en principios, que representase a la sociedad civil y frente a la clase política actual, acordase un período de libertad constituyente.

El Estado tiene hoy en día la soberanía junto a nuestra libertad política, secuestrada en los órganos directivos de los partidos. Ellos son los que eligen quien y quien no tiene que ir en las listas que los que voten refrendarán el día 20, cerrando el círculo vicioso de la partitocracia.
Por eso es tan importante romper dicho círculo de la única forma posible: la abstención electoral.
Una sociedad sana e inteligente no pude participar en este juego sucio y tramposo de elecciones legislativas disfrazadas de presidenciales basada en la mentira y la demagogia y que nos lleva al desastre económico y moral.
Una vez desacreditado el régimen y deslegitimado su poder, podría plantearse la apertura de un período constituyente que desembocaría en la redacción de una nueva constitución con Instituciones inteligentes que garanticen la división de poderes en origen, el mutuo control entre ellos y la garantía de derechos de las minorías.
Solo así podremos acabar con la corrupción, motor social de este régimen, producto de la colusión del poder financiero y las grandes empresas oligopólicas con la casta política de partidos, que nos ha llevado a la quiebra económica, a la mediocridad intelectual y al record de paro, con más de cinco millones de parados.
Así se podrá elegir a una sociedad política que emana directamente de los ciudadanos y que está elegida y controlada por ellos.

jueves, mayo 26, 2011

Mayorías versátiles

El arrollador triunfo del PP en las elecciones municipales y autonómicas y el brutal sistema electoral proporcional, ha creado un estado de insatisfacción general.
Muchos cabezas de lista más votados del partido ganador se quejan, con manifiesta candidez, de como es posible que habiendo alcanzado la mayoría de votos, se vean relegados a la oposición.
Partidos que han obtenido un número considerable de votos (IU), quedan fuera del reparto de concejales o diputados, mientras otros, obteniendo un número muy parecido (BILDU o CIU), arrasan y ganan concejalías y alcaldías por doquier. Esto es consecuencia de la ley D`Hondt, que añade mas leña al fuego de la partitocracia.
Como es natural cuando algo perjudica, el PP clama por una reforma del sistema que obligue a gobernar a la lista mas votada. Olvidando que en el País Vasco, PP y PSOE en minoría han desbancado al PNV. 
Por otra parte, IU aboga por una reforma de reparto de escaños en proporción exacta al número de votos.
Defensores de este régimen de poder, ven natural que partidos minoritarios unan sus fuerzas hasta alcanzar la mayoría para gobernar.
Las dos primeras propuestas son ilusas e ineficientes. La última, siendo la más razonable, habla a las claras de la falacia política del sistema de voto proporcional. Con estas reglas del juego, es legítimo que partidos con votación marginal, manden a la oposición a partidos muchísimo mas votados y que el vencedor quede fuera de todo tipo de decisión política durante cuatro años.
También resulta frustrante para el ciudadano que se decantó por un partido ganador y que ve como sus opciones políticas quedan en el ostracismo.
La reforma para que gobierne la lista mas votada es un brindis al sol, pues todas o casi todas sus propuestas políticas genuinas, se verían bloqueadas al no tener mayoría absoluta de congresistas.
Con la propuesta de IU se tendría que dar entrada a todas las fuerzas políticas aunque solo tuvieran un voto. Esto crearía ineficiencia en la gobernabilidad y haría prácticamente imposible la misma en muchos ayuntamientos.
Todas estas consecuencias del irresponsable y antidemocrático sistema proporcional de voto, propio del parlamentarismo, quedan a la vista hasta para las mentes más preclaras de esta partitocracia.
Porque el fin último de estas elecciones, se diga lo que se diga, es el gobierno de los ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Y gobernar solo puede hacerlo uno y ese tiene que ser elegido por mayoría.
El debate no debe encauzarse a buscar soluciones a un sistema nefasto, sino cambiarlo por otro representativo del elector y que garantice la libertad política.
La elección de alcaldes debería ser en votos a candidaturas uninominales a doble vuelta, exactamente igual que los presidentes de las Comunidades Autónomas.
De esa manera tan sencilla, se acabaría con las cábalas, mayorías versátiles, contubernios de perdedores y otras trápalas propias de esta oligarquía de partidos.
Se habla de sistema injusto porque deja fuera de las instituciones amplia proporción de votos, pero además de que ocurre lo mismo con el sistema proporcional, como he explicado arriba, este es el único que puede dejar, durante toda la legislatura, fuera de todo tipo de decisiones e iniciativas, ¡al ganador!
Por ello la democracia es inviable sin un sistema de voto mayoritario. Inculcar esa evidencia en la juventud levantisca del 15-M debe ser nuestro principal reto.

jueves, mayo 19, 2011

LA REVOLUCIÓN DE TODOS

Después de muchos años participando en la lucha contra esta partitocracia en Internet, el único sitio donde todavía prevalece la libertad de pensamiento, de intentar aglutinar la acción en torno a movimientos ciudadanos de diversa índole (MCRC, ALCD, CIUDEM, Plataforma de las Clases Medias, Coordinadora Ciudadana) y de lamentar nuestra incapacidad para movilizar la parte de la sociedad descontenta de este régimen, donde no hay libertad política, ni división de poderes, ni control del poder, hay que congratularse y admirarse que un grupo de jóvenes lo hayan conseguido con las modernas y simples herramientas de redes sociales.
A los amantes de la libertad, se nos debe quedar cara de tonto al comprobar lo sencillo que resulta movilizar el descontento, después de tantos años intentándolo infructuosamente.
Que nadie se confunda; 7000 personas en la Puerta del Sol, con el firme propósito de resistir contra el Estado, es una parte muy importante de nuestra sociedad. No son 7000 contra 34 millones, como he oído en un programa televisivo.
Lo que es un hecho incuestionable es que la movilización está descolocando a los partidos políticos y nadie se aclara a quien beneficia. También está claro que no se trata de un movimiento exclusivamente de izquierdas, pues es socialmente heterogéneo.
Sin duda yo comparto muchas de las reivindicaciones de los manifestantes, algunos entrevistados en directo, que cargan contra la actual partitocracia; no me siento representado por los políticos, no existe un auténtico control del estado contra los grandes poderes financieros y no hay democracia real.
Pero oyendo a los portavoces, se ve claramente dentro de su ingenuidad juvenil, que son como el enfermo profano, que en su padecimiento sabe explicar sus dolencias, pero desconoce su causa y el tratamiento adecuado.
Bastaría que dentro de la organización se erigiese un portavoz que reclamase la democracia como solución, con cuatro simples puntos:

    o Votar candidaturas nominales en vez de listas de partidos

    o Separación de elecciones para elegir al presidente del gobierno, por un lado y a los representantes del parlamento, por otra.

    o Organizaciones judiciales independientes de los anteriores.

    o Establecer un mecanismo de revocación para los elegidos, con control ciudadano permanente.

Con esta simple prescripción, que toda persona libre de verdad debe compartir, desaparecerían casi todas las reivindicaciones reclamadas.
Si lográramos introducir esta proclama, se impulsaría de tal manera la movilización que esta sería imparable y llevaría a España, al fin, a la democracia y a la libertad.
Siento con ansiedad, como estamos perdiendo una oportunidad irrepetible por la vanidad de los líderes de las distintas plataformas que desacreditan las concentraciones por que no defienden sus principios, cuando en realidad los convocados no defienden nada y eso deviene en una revolución mutilada y condenada al fracaso.
Todavía estamos a tiempo para ir pasando octavillas con esos cuatro puntos y reactivar este movimiento. Esta puede ser una gran oportunidad para unir fuerzas y dar a conocer nuestras propuestas de auténtica democracia y para obtener la libertad política. No la desaprovechemos.

domingo, abril 24, 2011

LA FARSA DE LAS PRIMARIAS

Lo más nefasto de este régimen partitocrático es su capacidad de adoptar términos impropios e introducirlos de forma hegemónica en el lenguaje habitual.
Democracia, libertad, honradez, son algunos de ellos que brillan por su ausencia.
Lo último, las elecciones primarias. Se denomina de esta manera a las que se producen entre afilados a los partidos políticos que votan a los candidatos propuestos por sus aparatos.
Sabemos que primarias son, grosso modo, las elecciones en la que los ciudadanos de EEUU eligen a los distintos candidatos de los principales partidos por separado, que luego se enfrentarán entre sí en los distintos estamentos territoriales.
Vamos a enumerar una serie de afirmaciones sobre el tema, que emplean nuestros políticos, desmontando su falacia o falsedad.
Las llaman primarias por que en teoría se “eligen los candidatos a las próximas elecciones”. Falso. Primero porque en las elecciones no se eligen candidatos, se votan listas. Sería más propio hablar de elección a quien tiene derecho en el partido a ir primero en las listas y a ordenar el resto de componentes de las mismas.
Y segundo, porque los ciudadanos no pueden elegir. Para poder elegir hay que pertenecer a un partido político. En España, actualmente solo un 3% de los ciudadanos con derecho a voto, pertenece a partidos políticos.
Zapatero, repite de manera constante, que en “el PSOE hay primarias a diferencia del dedazo del PP”, en alusión a la selección del candidato sin elecciones internas. Falso.
El único jefe de partido del PSOE que ha elegido por los afiliados en su historia es Zapatero; pero el resto lo fue con el mismo dedazo que él critica. Bien es cierto que Borrel también ganó a Almunia, pero fue victima de las maniobras del partido en beneficio de este último que finalmente fue el candidato, por supuesto, a dedo.
Además, lo único que se elige es el jefe de partido, que es el que controla la elaboración y designación de los demás componentes de las listas y su orden. ¿Se puede hablar de democrática la elección por una filiación minoritaria del jefe de partido que se encarga de nombrar a dedo al resto de jefes locales, regionales y provinciales?
“Cualquier candidato puede ser elegido”. Falso. Eso debería ser así, pero para ser candidato hace falta tener un número mínimo de avales del aparato del partido y en la práctica se intenta controlar las candidaturas, mediante negociaciones internas poco transparentes.
Hace falta ser políticamente muy valiente para plantar cara a las élites predominantes pues se tiene mas que perder si sales derrotado en el proceso que si apoyas al jefe del momento.
Hablar de primarias a estos procesos cocidos dentro de los partidos, es como blasfemar en la iglesia. Michels demostró en su obra “Los partidos políticos”, la imposibilidad de democracia interna de las organizaciones que persiguen un fin; precisamente porque para conseguirlo, devienen en burocracias, por la necesidad de conocimientos especializados. Esto lo denominó ley de hierro de la oligarquía, a la que están sometidos inexorablemente dichos partidos.
Para que las elecciones sean democráticas, lo importante no es el funcionamiento interno de los partidos, como quieren hacernos ver, sino la posibilidad de que el ciudadano pueda elegir entre candidatos individuales. Solo así y con instituciones que garanticen la división, separación y control de poderes, podremos hablar de auténtica democracia.