lunes, septiembre 14, 2009

SOLUCIÓN NEFASTA

La solución ideada por los ideólogos de esta partitocracia en la transición, para hacer frente a los nacionalismos regionales de España y puesta en marcha como el “Estado de las Autonomías”, ha devenido nefasta y está provocando poco a poco, pasito a pasito, justo lo que se intentaba evitar, la desintegración de España.
La inmersión lingüística, la deformación histórica y el adoctrinamiento como principales herramientas de los oligarcas nacionalistas regionales, está degradando la convivencia de la población en estos territorios y ganando adeptos en la población joven que es más vulnerable a la manipulación intelectual.
El reciente referéndum cuya celebración se ha permitido en Arenys de Munt, primero de una serie de ellos producto de una estrategia perfectamente planificada, pone sobre la mesa las mismas conclusiones que ya acontecieron con el Estatut:
1. Que el pueblo de Cataluña, tengo que recordar que en este se incluyen también los no catalanistas, pasa olímpicamente de las majaderas ocurrencias de los partidos políticos, como queda acreditado con la presencia de lo trabajadores en la díada, con pancartas de “mas trabajo y menos estatut”:

2. Que no es legítima ninguna consulta cuya participación no alcanza la mayoría de los ciudadanos.
3. Que para lo único que valen estas consultas es para la exhibición nacionalista, con vistas a socavar el ánimo del resto de españoles.
4. Que la falta de autoridad de un gobierno que permite textos de estatutos que van contra la letra de la constitución o celebración de referéndum que son de su exclusiva competencia, permite ese exhibicionismo en detrimento al resto de la población, que con su abstención deslegitima la consulta.
Ya hemos comentado en esta bitácora la falacia en la que se apoya el presunto derecho de autodeterminación. La nación no son los habitantes censados, con derecho a voto en un momento dado. A la nación pertenecen las generaciones pretéritas, presentes y futuras y estos asuntos no dependen de la voluntad individual actual. Como tampoco pueden la mayoría de hermanos negar su paternidad o lugar de nacimiento.
Cataluña y Euskadi nunca han sido naciones ni se planteó dicho supuesto hasta los albores del siglo XX, consecuencia de los desastres del 98. Es a partir de ahí cuando catalanes y vascos nacionalistas, tienen que empezar a buscar sus símbolos y no en épocas anteriores. Ni hay que retrotraerse al reino de Aragón, ni a las guerras carlistas ni a la de sucesión de 1702; líderes como Zumalacárregui o Casanova, no luchaban por otra cosa sino por la patria española.
Por supuesto que hay que respetar los que defienden el derecho a una Cataluña y Euskadi, independientes. Pero a la reciproca, también estos deben respetar la opinión y los derechos de sus paisanos que reconocen esos territorios pertenecientes a España, que están además apoyados razonablemente por el devenir histórico y por la existencia, de hecho y de derecho, de una nación española.
Estamos asistiendo a un intento de imposición de una ideología nacionalista inmersa en unos partidos que no se constituyeron en la sociedad civil como producto de un periodo constituyente, consustancial con todo proceso democrático. Los partidos fueron impuestos en el pacto de la transición y por tanto, ni nacieron de los ciudadanos ni los representan.
La solución a este problema no es imponer el nacionalismo español, como se vislumbra por la presencia de falangistas en el referéndum o por la única propuesta de la oposición del PP a estas situaciones, sino la organización de la sociedad civil para ejercer su libertad política y poder elegir a sus representantes en el Parlamento y al Presidente de la nación española. Con la descentralización del poder en los municipios y la creación de distritos para elegir representantes, no harán falta las comunidades autónomas.
Los ignorantes políticos que votaron sí en Arenys de Munt, no se dan cuenta que lo único que están haciendo es manifestar su consentimiento a cambiar de amo dentro de su servidumbre a los políticos.
Donde exista la libertad política no hará falta el adoctrinamiento y sentimiento nacionalistas. Ni el español, ni el catalán, vasco o gallego.