domingo, octubre 10, 2010

INANICIÓN SINDICAL

La última huelga, ha puesto de manifiesto que este estado despótico del bienestar tiene como producto característico la inacción ciudadana contra el poder político. La movilización está monopolizada por los sindicatos que junto a los partidos son las vías obligadas de participación política de la sociedad civil. Ambas organizaciones están incrustadas en el estado, financiadas por sus subvenciones.
Mucho ha cambiado desde la aparición de los primeros sindicatos en Gran Bretaña a principios del siglo XIX, como consecuencia de la segunda revolución industrial y la aparición de una nueva clase obrera trabajadora en las grandes fábricas.
En España, debido al rasgo predominantemente agrario se la sociedad de aquella época, la aparición de los sindicatos fue mas tardía (último tercio del XIX) y debido a la influencia de las ideas anarquistas internacionales introducidas por el ingeniero italiano Giuseppe Fanelli.

Los sindicatos nacen, pues, debido a la necesidad de protección de los trabajadores. Son ellos los que se organizan y constituyen en sujetos de acción política. Son, históricamente, el ariete de la lucha revolucionaria. La misma huelga general, es la herramienta inicial que desencadenaría la revolución marxista en la que el proletariado desalojaría a la burguesía de los medios de producción.
A lo largo de la historia los sindicatos evolucionaron hasta su total integración en el estado primero con la integración socialista en la sociedad capitalista (socialdemocracia), mas tarde en el estado fascista o el organicismo franquista y por último en la actual partitocracia.

En este estado de bienestar que persigue la anulación de la acción política, el sindicalismo ha devenido en una burocracia parásita del estado y cuyas actividades están encaminadas a guardar las formas como única organización para la defensa y representación de los trabajadores.
Así se explica su silencio y aquiescencia a la política económica suicida del gobierno socialdemócrata productora de la mayor cantidad de parados de la historia y su hipócrita movilización cuando aquel se ve obligado por los mandamases internacionales a tomar medidas neoliberales.
El ciudadano que todavía conserva su trabajo asiste anonadado al tremendo dilema de apoyar la huelga convocada por los que han contribuido a este desastre o no apoyarla consintiendo de esa manera, la acción de este gobierno nefasto.

La verdadera democracia, producto de la libertad de acción de los ciudadanos, deberá empezar a sacar todas sus organizaciones del estado al que pretenden controlar.
Pero antes que eso, estos sindicatos deben morir de inanición de apoyo laboral como estos partidos deberán morir de inanición de participación electoral.

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