Todos quizás nos hemos hecho preguntas como:
¿Por qué el pueblo español asumió sin rechistar la proclamación del rey a la muerte de Franco, cuando las presunciones sobre el personaje si no de rechifla general, distaban mucho del cariño popular?
¿Por que se mantiene Fidel Castro en el poder con la condescendencia del pueblo cubano, cuando existe una gran presión internacional a favor de cambios democráticos y una oposición económicamente fuerte en la vecina Florida?
¿Como es posible que tiranos como Adolf Hitler o Sadam Hussein gobernase tan despóticamente un pueblo con la indiferencia e incluso sumisión o acatamiento de sus ciudadanos?
Cuando oigo ahora abominar del franquismo, como si fuera la época de las cavernas, no dejo de sorprenderme. Yo era un adolescente cuando el franquismo consumía sus últimos estertores. Tenía mis inquietudes, pero desde luego la sociedad de entonces no era muy diferente a la de ahora, haciendo abstracción de los adelantos técnicos. Las familias, en general, vivían con decencia y cursaban estudios superiores todo el que se lo proponía. Incluso recuerdo multitudinarias manifestaciones de lealtad al dictador, no solo en la plaza de Oriente de Madrid, sino también el otros municipios importantes.
Durante esa época, no percibí en ningún momento inquietudes revolucionarias ni deseos de lanzarse a la calle. Me refiero naturalmente a la sociedad civil. Si hubo movilizaciones entre la incipiente clase política de la época.
Doscientos años antes, un francés muy joven e inteligente, Etienne de la Boetie, se hacía la misma pregunta; ¿como era posible que la sociedad aceptara a un tirano sin sentir la necesidad de deponerlo?
Que en una sociedad haya siempre mas ciudadanos dispuestos a obedecer que ha mandar y que aquellos acepten indefectiblemente a estos, es un enigma que llevó a La Boetie a escribir su célebre tratado “Discurso sobre la Servidumbre Voluntaria”.
La obediencia a la autoridad es un tema sugerente para la Psicología, no sólo por la influencia que tiene en la vida individual de las personas, sino también por su calado en la organización de la estructura social, legitimada, y que está en la base de las relaciones sociales estables.
Sabido es que la obediencia a la autoridad está basada en el principio de Jerarquía que ha sido exaltado, prioritaria y constantemente, en nuestra cultura porque es uno de sus pilares.
Mucho se ha escrito y debatido sobre el por qué la persona obedece aunque ese acto la sitúe en contra de sus principios éticos o de sus intereses.
Este enigma quedó al descubierto cuando en 1963 Stanley Milgram, un sicólogo social norteamericano, realizó un experimento con el que demostró que la obediencia a la autoridad es algo consustancial a la naturaleza biológica de los seres humanos.
1.Cuando un sujeto obedece, hace dejación de su responsabilidad
2.Los individuos obedecen con mayor facilidad cuanto mas lejos están aquellos sobre los que recae la orden
3.Por el contrario, obedecen mas fácilmente cuanto mas cerca está la autoridad
4.A mayor nivel de formación, menor intimidación produce la autoridad
5.El sujeto tiende a encontrar autojustificaciones a sus actos de obediencia, inexplicables para su conciencia.
6.Solo el 30% de los individuos dejaron de obedecer en situaciones límite.
Los poderosos conocen estos conceptos y los aplican subrepticiamente, sobre todo en la educación, las normas políticas, los medios de comunicación y las encuestas de opinión, que son las principales fuentes de renovación de la servidumbre voluntaria.
Nos conviene conocer las estrategias por las que se nos mantiene en ese estado y poner la base para intentar superarla. Recordemos que la formación es un buen antídoto.
A esta servidumbre, propia de nuestro fisiologismo, hay que añadir la fuerte influencia de nuestra formación cultural y social, basada en la organización jerárquica y la obediencia a la autoridad.
Que nadie piense, pues, que conociendo las causas será fácil desprenderse de la servidumbre voluntaria y concienciarse en el derecho a la desobediencia civil de leyes por objeción de conciencia, que debería ser un derecho regulado en todas las constituciones, como lo está el derecho a la huelga de los trabajadores; de esa forma se garantizaría a la libertad política de los ciudadanos.
Para librarse de la servidumbre voluntaria a los poderosos, aparte de conocer y saber, que ya es importante, hay que hacer ejercicios diarios de superación y sobre todo hay que adquirir el hábito de libre pensamiento e independencia de opinión, para interpretar los acontecimientos sociales y políticos de nuestra experiencia vital.
Solo cuando se adquiere esa espíritu crítico individual, es cuando se debe considerar uno libre de dicha servidumbre.
Entonces será fácil adoptar decisiones, como no acudir a las urnas a votar o mantener una decisión firme con opiniones fundadas, en defensa de la democracia o llevar a cabo la acción ciudadana.
Desde esta bitácora yo os invito, ciudadanos, a liberaros de esta mentalidad de siervos que nos nubla la conciencia y no nos deja ver la realidad।
Nos encontramos como en la caverna Platón, que decía que para conocer la auténtica verdad de las ideas, teníamos que salir de aquella y ver la claridad del exterior.
Sin duda, obtendremos la llave para salir de la caverna, poder ver todos la luz y con esta, alcanzar la verdadera libertad política.
4 comentarios:
Estupendo artículo y muy interesante el experimento.
También yo he sentido interés por este tema, y sigo teniendo algunas dudas:
¿por que ocurre esto con mayor frecuencia en el mundo latino que en el anglosajón?
¿es una cuestión también cultural o religiosa -catolicismo/protestantismo-?
saludos y democracia
En la documentación del estudio, que si quieres te envío por correo electrónico no menciona la nacionalidad de los voluntarios, pero es obvio que en su mayoría debieron ser estadounidenses, como el propio Milgram.
Tampoco en las conclusiones hace una referencia a los resultados por nacionalidad.
Creo que los porcentajes de obediencia se cumplen en todas las poblaciones y/o culturas.
Así, La Boetie, cuando se preguntaba por la condescendencia del pueblo a las tiranías, se refería a los sátrapas del imperio persa.
Saludos y gracias Linus
La libertad aterra. El hombre posmoderno es un impúber perpetuo, que ha sustituído a dios y a su padre por el Estado.
Para el hombre corriente, la libertad y la responsabilidad frente a sus libres actos es una condena, y al mismo tiempo una necesidad inherente a su inmadurez caprichosa, signo de los tiempos: La libertad nos da la vida, pero nos la quita tener que aceptar sus consecuencias. como una droga, aquello que me mata es lo que necesito para vivir.
Llevamos dos generaciones sin un "Padre" severo que nos proteja marcándonos límites y templando nuestra alma y nuestra voluntad para saber usar nuestra libertad. Ahora, con éste maravilloso don, tenemos más peligro que Rubalcaba con pentotal.
Por eso, QRM, alguien tendrá que luchar por inculcar en la ciudadanía que, en política, el miedo es una pasión absurda y la libertad un valor desconocido. ¿O es que la vida política en libertad no la llevarían los representantes del pueblo y no la gestionarían mejor de lo que se hace ahora?
El que le guste tener la barriga llena y descansar lo podría seguir haciendo, pero cada cuatro años podría elegir lo que quiere. No como ahora que refrenda lo que se le impone.
El espíritu de siervo prefiere la tranquilidad de su mediocre existencia viendo como el poderoso se atiborra de lujos y privilegios.
Pero la pasividad del estómago agradecido, puede pacer plácidamente al cuidado de Papá Estado… y también puede conducir al patíbulo.
La historia con sus revoluciones, revueltas y guerras, está llena de ejemplos.
Precisamente esos “Rubalcaba con pentotal” son el principal peligro…
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